23 agosto, 2012

Palavras lidas #204

Los moriscos se han lanzado a la rebelión, es cierto, pero son los cristianos viejos quienes los empujan a la desesperación, con su arrogancia, sus latrocinios y la insolencia con que se apoderan de sus mujeres. Los propios sacerdotes se comportan del mismo modo. Como toda una aldea morisca se hubiese quejado ante el arzobispo de su pastor, se mandó averiguar el motivo de la queja. Que se lo lleven de aquí, pedían los feligreses... o, si no, que se le case, pues todos nuestros hijos nacen con ojos tan azules como los suyos.

Francés de Ávala, embajador de España en Francia, a Felipe II, 1568

Ildefonso Falcones, La Mano de Fátima, p. 20

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