Genís Puig sonrió al advertir que el inquisidor general asentía levemente con la cabeza.
--Presta dinero a los pobres --continuó el noble--, un dinero que sabe que no recuperará nunca. Dios creó a los ricos... y a los pobres. No puede ser que los pobres tengan dinero y casen a sus hijas como si fueran ricos; contraría el desígnio de Nuestro Señor. ¿Qué van a pensar esos pobres, de vosotros los eclesiásticos o de nosotros los nobles? ¿Acaso no cumplimos los preceptos de la Iglesia tratando a los pobres como lo que son? Arnau es un diablo hijo de diablos y no hace sino preparar la venida del diablo través del descontento del pueblo.
Ildefonso Falcones, La Catedral del Mar, pp. 536-7
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